Octavos de final: Holanda – México y Costa Rica – Grecia
La «torcida brasileira» vuelve a respirar después de asomarse al abismo y el Mundial retoma la actividad futbolística. La segunda jornada de octavos de final nos deparó un doble enfrentamiento entre europeos y americanos. Ayer el norte de Brasil fue el escenario de ambos partidos y se dejó sentir. Las ciudades costeras de Fortaleza y Recife albergaron dos partidos condicionados por la fatiga. El calor y el cansancio siguen muy presentes en esta Copa del Mundo, y lo seguirán siendo hasta que el horario se unifique en la siguiente ronda. Las quejas de jugadores por el calendario y el horario de los partidos ya se han dejado oír. Es lo que tiene jugar en pleno clima amazónico a la hora del mediodía, pero… la FIFA como quien oye llover. Mientras los dólares sigan entrando qué más dan los jugadores y el fútbol.
Volvamos al tema que nos ocupa. En un Mundial sin dueño y en el que Alemania se presenta como la única partidaria del fútbol de toque, la victoria de Holanda significa vía libre por el lado más débil, a priori, del cuadro. Puede que hacer pronósticos en este Mundial sea un crimen pero los neerlandeses deberían pisar las semifinales; de ahí en adelante… Costa Rica dirá. Cierto es que la historia le debe una a Holanda, pero a lo mejor un poquito más de personalidad y atrevimiento les acercaría a optar al sueño de levantar la Copa. Costa Rica ejemplifica el modelo de fútbol que ha imperado a lo largo del torneo: defensa ordenada, poco toque de balón y contraataque. Otra «cenicienta» en cuartos de final, pero con la peligrosidad del equipo sin nada que perder. Los «ticos» se la jugarán contra Holanda. Ya han hecho historia, pero quieren conocer las semifinales de un Mundial y con la estrella de Keylor Navas brillando, todo es posible.
HOLANDA 2 – MÉXICO 1
Bajo un sol de justicia y en pleno mediodía brasileño se jugó el primer encuentro del día. El calor y la humedad marcaron el desarrollo del partido, en lo que convirtió en una lucha contra el cansancio más que en un partido marcado por el buen juego. La hinchada azteca, mayoría en las gradas del Estadio Castelão de Fortaleza, arropaba a la «tri» en su ansiada busca de los cuartos de final. Y es que los mexicanos no superan el muro de los octavos desde que fueron anfitriones del Mundial allá por el año 1986. Los «Oranje», fieles como siempre pero superado en número, llenaron las gradas en medio de la temperatura infernal, solo unos cuantos valientes, o descerebrados, se atrevieron a aguantar al sol.
Holanda se llevó un partido rácano de fútbol pero cargado de emoción hasta el descuento. Aquellos de hayan visto el partido, y también a los que no, no les puede sorprender el decir que Van Gaal tiró a la basura sesenta minutos. Holanda jugó a especular toda la primera parte y solo el gol de México fue acicate suficiente para que se fueran al ataque. Que los viejos del lugar no se confíen, aquella Holanda del toque y fantasía, es cosa del pasado. Estos holandeses solo confían en la velocidad y en lo que puedan hacer Robben, Sneijder y compañía con los balones que llegan al área rival.
La libreta de Van Gaal se levantó creativa. El técnico siguió confiando en Kuyt como lateral. Los primeros minutos del partido dejaron claro qué clase de partido le interesaba a Holanda. México agarró el balón pero sin crear peligro, solo con lanzamientos lejanos. De Jong pidió el cambio a los pocos minutos y entró M. Indi en su lugar. El calor empezó a mermar el físico de los jugadores. Las defensa cada vez se aculaban más. Muchas imprecisiones de ambas selecciones. México, obsesionada por evitar la contra, buscó terminar todas las jugadas. Cillessen, el portero holandés, nos dejó un par de detalles que dieron salsa a la contienda. Layún lo intentó, así como Herrera; ambos disparos desviados. A indicación del árbitro el partido se paró para que los jugadores recuperaran el aliento (en la segunda mitad se haría lo mismo). Con los 22 jugadores deseosos de llegar al vestuario y refrescarse, poco se jugó antes del descanso.
Siete minutos de la segunda parte habían transcurrido cuando Giovani Dos Santos enganchó el balón, y en jugada individual y sin dejarla caer, fusiló al portero holandés. México acariciaba los cuartos de final, pero Holanda tenía que responder. Los defensas de México sí que tuvieron tiempo para cometer un penalty claro (anticipando lo que habría de venir) sobre Robben que el árbitro no pitó. Holanda buscó el error de México y tuvo su oportunidad. Los «Oranje» obligados por el resultados se dejaron de especular y se fueron a por el empate. ¿Por qué hicieron eso desde el principio? México se encerró obligado por las arremetidas rivales. Ochoa agrandó su leyenda en el país azteca en varias buenas acciones de Van Persie y Robben. Los minutos finales fueron un asedio mortal. Había que romper la muralla mexicana como fuese. El «piojo» Herrera se equivocó al sentar a Gio, que aunque fundido físicamente, era el único capaz de aportar una pizca de fantasía al juego mexicano. A partir de ahí, México desapareció del campo obcecado en tapar huecos en la defensiva como fuese.
Cuando el 87′ se refrendaba en el marcador de Fortaleza, Holanda sacó de esquina, Huntelaar la peinó atrás y Sneijder se sacó un disparo perfecto al que «El Memo» no pudo llegar. La película empezaba a sonarnos a algo que ya habíamos visto antes. México contaba los minutos para la prórroga. Pero Robben quiso llevarse el premio a jugador del partido. En una jugada sacada de la manga, se plantó en el área y buscó el contacto con el defensa rival. Márquez, veterano de mil batallas y capitán de la «Tri» cayó en la trampa como un novato y pisó al delantero del Bayern. Robben exageró la caída pero el contacto existió. El árbitro pitó la pena máxima. Ochoa se reencarnó en las esperanzas de millones de aficionados mexicanos y del mundo a favor de los americanos, pero «El Cazador» ajustó al palo y marcó. Siete minutos para dar la vuelta al partido y matar los sueños de todo México. Primera europea en los cuartos de final.
COSTA RICA 1 (5) – GRECIA 1 (3)
Homenaje al bostezo el que nos regalaron griegos y costarricenses sobre el terreno del Arena Pernambuco de Recife. Alguno incluso maldijo que el partido se fuese a la prórroga porque tendría que aguantar treinta minutos más antes de saber quien se enfrentaba a los holandeses en cuartos de final. Solo los penaltis pudieron romper el empate. La jornada de ayer pasará a la historia del fútbol en Costa Rica como el día más feliz de su modesta historia, y Keylor Navas, a buen seguro, será beatificado cuando pise suelo en San José. ¡Qué portero!, reconozco que con el meta del Levante no soy imparcial.
Antes de que comenzase el partido sabíamos que la cosa no iba a ser Brasil del ’70. Dos equipos parapetados atrás, confortados en entregar el balón al rival y pendientes del fallo rival. Si esto lo hace Holanda es criticable, pero para Grecia y Costa Rica es la mejor opción de buscar la victoria. Ahora sí, si eres espectador neutral, como es el caso, los minutos se te hacen eternos y celebras un contraataque como el gol de Maradona en México 86. Paradón de Navas a tiro de Salpingidis. El partido se fue volviendo bronco, Duarte vio la primera amarilla. El cansancio empeoraba aún más el juego. Grecio lo intentó levemente pero sin éxito. Nunca se ha celebrado tanto un descanso.
Empieza la segunda parte, y sorprendemente… el partido siguió siendo infame. Campbell y Brian Ruiz marcan la diferencia en la «sele» costarricense. El primero se dejó la vida aguantando el balón y moviendo a los centrales griegos, el segundo es el jugador de más clase del equipo. En una llegada a cámara lenta de Costa Rica, Ruiz engancha un balón raso y flojito que entró pegado al palo de la portería de Karnezis. Los espectadores y aficionados se despertaban de la cabezadita que se estaban pegando. La pasividad de los defensas griegos en el gol resultó increíble. Duarte se fue a la calle y Costa Rica se vio en la tesitura de aguantar con diez sobre el campo. Grecia cambió de planes para irse al ataque pero con falta de calidad, el único distinto fue Samaras. El equipo centroamericano se echó atrás, aculando todo lo posible para desesperación de Navas. Los helenos, más por impulso que por fútbol, se aproximaban al área. La prórroga se venía venir. Sokratis enganchó un rechaze de Navas y en «churri-remate» de tibia-espinillera hizo el empate.
La prórroga fue tan infumable que nos la vamos a saltar, solo destacar la actitud desagradable de los griegos, en especial, de Fernando Santos, su seleccionador, que fue expulsado y se fue del campo cuando le vino en gana. Volviendo al partido, ambos equipos querían los penaltis y eso es lo que tuvieron. Es curioso que, con las estrellas de tienen Brasil y Chile, la tanda de penaltis del partido del sábado fue un cúmulo de despropósitos. Anoche los lanzamientos de penaltis fueron casi perfectos. Todos los lanzamientos fueron sinónimo de gol hasta el octavo. Keylor Navas hizo la parada de lo que va de Mundial a su excompañero de equipo Gekas. Umaña metió el quinto. Costa Rica a cuartos de final. América y sus «ticos» siguen reclamando su derecho a soñar.