Rafa Nadal, el emperador de París

El pasado domingo 8 de junio, una Philippe Chatrier de París abarrotada hasta la bandera, se rendía por novena vez, sí digo bien, novena vez, a ese tenista balear que todavía me parece que fue ayer cuando aquel muchacho melenudo y con unos brazacos impresionantes, sorprendía a propios y extraños allá por el 2005, adjudicándose su primer Grand Slam en la tierra batida francesa.

Y desde ese 2005 en que debutaba en Roland Garros, el manacorí no ha parado de ganar y ganar en esa mítica ciudad, convirtiéndose en todo un ídolo de masas y metiéndose al público en el bolsillo gracias a su inagotable hambre de triunfo, su afán de superación y dejarlo todo en la pista, hasta el último aliento.

El de ayer semejaba que por fin podía ser el día de Djokovic, ese último Grand Slam que se le resiste al balcánico. Muchos auguraban que por fin levantaría el ansiado título en esta ocasión. Rafa Nadal en tierra es muy difícil de batir, pero en los últimos cuatro enfrentamientos entre ellos, Novak había salido victorioso y en alguno de los encuentros su superioridad había sido abrumadora. Por ello, parecía el momento ideal para Djokovic, que durante el torneo había sido un rodillo que no sufrió en exceso para solventar sus compromisos; aunque en honor a la verdad, una de las posibles claves del triunfo de Rafa es que este Roland Garros ha sido el más corto para el balear de todos los que ha disputado. Llegaba con menos minutos jugados que su adversario, pero en su contra estaban los problemas de espalda que venía arrastrando a lo largo del torneo, que se unen a los ya crónicos problemas de rodilla que Rafael sufre.

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El primer set fue sencillamente una obra de arte. Los dos tenistas aún frescos, a pesar del intenso calor reinante, nos deleitaron con una batalla de largos peloteos y golpes maestros por cada bando. Si Novak se sacaba de la manga uno de sus mortíferos reveses, Nadal respondía con su derecha invertida muy profunda y sus bolas altas que incomodaban al serbio.

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De esa manera, los juegos se sucedían y ambos eran capaces de mantener su saque sin demasiados problemas, hasta que en el octavo juego, Nadal por fin da muestras de flaqueza con su siempre débil servicio, además de que su revés tampoco estaba teniendo el mejor de los días. Así, Nole no perdona y alcanza el ansiado break que a la postre le sirve para ganar el primer set por 3-6.

En el segundo set estaba la clave del encuentro, y ambos jugadores lo sabían. Si Novak lo ganaba, a Nadal se le iba a hacer muy complicado ganar tres sets seguidos; por el contrario, si Rafa se lo llevaba, el partido iría al menos a cuatro sets, y con el calor reinante, las posibilidades de Nadal aumentaban notoriamente.

Comenzaba el segundo set y de nuevo los jugadores mantienen su servicio, pero Rafa parece estar un poco tocado de piernas, y no se desplaza con la agilidad de otras veces. La gente se teme lo peor y parece que la rotura a favor de Nole es cuestión de tiempo. Pero en el tenis todo es imprevisible, de repente Djokovic flojea con su servicio y concede la tercera bola de break del partido. Nadal va con todo y de un gran derechazo se adjudica el punto y rompe por fin el servicio de su rival. Pero la alegría dura poco, Novak pide la revisión y el juez de silla da como mala la bola de Rafa, por lo que volvemos al deuce ante la pitada general del graderío.

Nadal lejos de rendirse, ve que Novak está tocado y finalmente vuelve a conseguir bola de break. En esta ocasión, el punto es válido y la rotura cae del lado del español. A partir de ese instante Rafa es otro, sus piernas se recargan y se mueve más y mejor. Sus derechas son muy profundas y a la menor oportunidad, se la juega con derechas meteóricas que acaban siempre en la línea o cerca de ella, para desesperación de un Djokovic que a pesar de todo, gracias a una doble falta, lograba recuperar el break anterior. Pero Nadal estaba lanzado, con mucha confianza y sin miedo a jugárselo todo; Nole no puede con el empuje del español y finalmente cede el segundo set por 7 a 5.

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El tercer set se inicia con una nueva ruptura de un Nadal excelso y completamente desconocido, no se vio en esta final al Rafa que acostumbra pasar bolas y no arriesgar en exceso. El Nadal de esta final no cometió el error de encuentros anteriores de jugar bolas cortas, las pelotas a la línea seguían siendo tónica general. Para sorpresa de todos, el saque de Nadal empezó a rozar los 200 km., algo nunca visto antes en tierra por parte del español. El revés empezó también a funcionar ante un rival que solo podía mirar constantemente a su palco en busca de ayuda divina que nunca llegaría, y que se desesperaba porque uno de sus mejores golpes el revés cruzado ya no funcionaba y se marchaba una y otra vez al pasillo de dobles.

Pero Djokovic es tan grande que con 4-2 y servicio para Nadal, aún tuvo arrestos para intentar la igualada y el público asistió al juego más largo del encuentro, casi un cuarto de hora de toma y daca que el manacorí se llevó finalmente y que a continuación confirmaba con otra rotura más al serbio para llevarse la tercera entrega por 6-2.

Tras adjudicarse el tercer set, Djokovic sabía que solo podría ganar, forzando cinco sets. Eso es casi misión imposible contra Rafa, y Novak lo acusó. En el sexto juego llegaba el aparentemente break definitivo. Nadal se colocaba con 4 a 2, a tan solo dos pasitos de la gloria, pero ahí ocurrió lo imprevisto. Si Novak parecía cansado y medio derrotado por el juego de Nadal, al manacorí de repente se le empezó a escapar el partido por donde menos se esperaba. Nadal comenzó a acalambrarse y a mostrar evidentes signos de agotamiento, Nole se percató y sacando fuerzas de flaqueza, ponía de nuevo el 4 a 4 y un más que probable quinto set comenzaba a tomar forma.

En ese momento Nadal sacó a relucir toda su experiencia. Desde que sacó en el noveno juego, comenzó a ganar todo el tiempo del mundo, parando entre punto y punto, incluso agachándose para recuperar algo el aliento, y a trancas y barrancas salvó el saque. Se ponía 5-4, a tan solo un paso de la gloria.

Le correspondía sacar a Djokovic, un Novak que tenía toda la presión, pues sabía que estaba muy tocado, pero Rafa lo estaba más y si se jugaba un quinto set. La balanza parecía inclinarse sorprendentemente a su favor. Así el serbio se tensionó en exceso, y frente a un Nadal que continuaba alargando los descansos entre punto y punto todo lo que podía, Nadal se ponía con 30 a 40 y el primer punto de torneo. Entonces sucedió lo inesperado: al balcánico le temblaba el pulso y fallaba el primer saque. Se la tendría que jugar con el segundo. Novak se dispone a sacar y en ese instante el público, de manera poco deportiva, grita. El serbio interrumpe el saque y se desconcentra por completo dedicándose a protestar. Djokovic se vuelve a preparar pero ya está completamente ido. Falla el segundo saque y con una doble falta entrega el título a un Nadal que cae al suelo entre semidesvanecido y loco de emoción y alegría.

El noveno Roland Garros ya era de Nadal, un Nadal al igual que Djokovic visiblemente emocionado. Ninguno de los dos pudieron evitar las lágrimas, uno porque vio muy cerca el derrotar al emperador de la tierra batida, y el otro porque tras una temporada plagada de lesiones y frustraciones, volvía a ser suya la Copa de los Mosqueteros con gran esfuerzo y sacrificio.

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A pesar de que la merma física de Nadal en los últimos tiempos es evidente y de que cada vez tiene más difícil superar a sus adversarios, el año que viene a finales de mayo seguro que todos estaremos esperando para ver si Rafael IX de Francia, se corona como Rafael X de Francia. Ojalá sea así, seguro que esfuerzo y dedicación no va a faltar, pero por ahora creo que debemos admirar lo que ha conseguido este monstruo del deporte y gritar bien alto.

¡RAFA QUÉ GRANDE ERES!

 



estrellasolitaria

Soy un sufrido seguidor de los Cowboys que sigue viviendo de los tiempos pasados que fueron mejores que los actuales para mis vaqueros. El fútbol americano no es el único deporte que me gusta, ya que soy fan de casi cualquier deporte que exista.

1 respuesta

  1. pimendez dice:

    ¡¡¡¡Cuanta hipocresia!!!!! ¡¡¡¡¡Viva el «pasabolas»!!!!!

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